martes, 13 de diciembre de 2011

Capitulo 2



La noche amenazaba con aparecer y el cabo Sweet y la capitana no habían encontrado señales de vida en la ciudad de K-12. Habían buscando comida comestible en el único supermercado en pie que había en la ciudad. La mayoría de la comida estaba irradiada y no querían arriesgarse a caer enfermos. 

Después de salir del bunker las esperanzas de encontrar a alguien habían bajado hasta llegar a un punto que la capitana pensaba que estaban solos, jodidamente solos.

- Deberíamos acampar capitana, no es bueno que este tanto rato moviéndose con esas heridas.- El cabo Sweet había estado vigilando que las heridas de la capitana no sangrasen. Si se esforzaba demasiado podría desangrarse y morir. Decidieron acampar cerca de la única entrada de metro que había en esa ciudad. Calentaron la poca comida enlatada en la pequeña hoguera que consiguieron hacer.

Era una noche tranquila y se veían miles de estrellas, como si el hombre no hubiera dañado el cielo.

Sweet no se cansaba nunca de observar ese cielo tan limpio. Mientras, la capitana miraba alrededor, vigilando. Tenía un mal presentimiento.

No estaban solos.

-Sweet coge tu arma –Le dijo en un susurro. Él la miro sorprendido pero hizo lo que le ordenó.- Estate atento.

-¿Ha visto algo? –Preguntó mientras apuntaba a todos lados.

- No, pero creo que no somos los únicos aquí –Sweet asistió y siguió alerta. -Ah…y gracias por curarme las heridas. Supongo que no habría durado mucho sin tu ayuda cabo –Sweet sonrió a la capitana y volvió a mirar al frente. Se escuchó un ruido de dentro del supermercado.

-¿Qué ha sido eso? –La capitana apunto con la mirilla laser del fusil hacia el supermercado. Una sombra se movió de un lado a otro empujando un carrito de la compra oxidado.

-¿Q-que es? –Sweet busco con la mirilla pero no veía nada.

-Algo grande y jodidamente rápido –Se levantó y camino despacio hacia el supermercado.

-Capitana, no vaya –Le susurró Sweet pero se levantó y fue tras ella. Algo se movió detrás suyo. Un crujido. Como las patas de un insecto. Muy cerca, demasiado cerca. Sweet y la capitana se pusieron espalda contra espalda.

-Mierda…Sweet debemos irnos de aquí. –Empezaron a caminar hacia la boca del metro. Cada vez se escuchaban más crujidos. Les estaban rodeando.

De repente lo único que se oía era una especie de chillidos ahogados, como el canto de una cigala pero más fuertes y por todas partes.

-Eso no suena muy humano capitana… -Sweet estaba nervioso. Algo apagó el fuego dejándolos a oscuras totalmente. –Mierda… ¡capitana!

-Cuando te lo diga corre recto, te encontraras con la boca del metro, ¿entendido?

-¡S-si! –La capitana cogió la pistola y apunto con las dos armas hacia la oscuridad.

Unos ojos amarillentos aparecieron lentamente. Unos ojos enormes.

La capitana los apuntó. Seguido de esos ojos aparecieron dos grandes encías llenas de pequeños dientes ensangrentados. Unos pequeños tentáculos se movían asquerosamente debajo de esas encías.

La capitana no podía creer lo que tenía ante sus ojos. Una criatura horrible. Una especie de langosta enorme. Tenía dos grandes pinzas en forma de guadaña y grandes antenas con las que hacia esos chillidos. Pero lo peor de todo es que detrás suyo y alrededor aparecieron más de esas cosas. La capitana contó unas diez más o menos. Sweet no sabía a cuál apuntar.

-Sweet… ¡AHORA! –Sweet cogió impulso y corrió con todas sus fuerzas saltando por encima de una esas criaturas. Detrás de él escuchó como la capitana lo seguía, disparando a esas cosas. Resbaló y cayó por unas escaleras que deseaba que fueran las de la boca del metro. Se chocó con una reja. Con la culata del fusil rompió las cadenas que sujetaban las rejas y con la linterna ilumino a la capitana que era perseguida por una de esas cosas. Esta se giró dando un salto y le disparo a la cabeza pero las balas revotaban. La criatura le dio un golpe a la capitana en la cara, cortándole. Manchó el suelo de sangre al caer junto a Sweet.

-¡CAPITANA! –La arrastró hacia atrás mientras disparaba a duras penas a la criatura que impasible se acercaba a él con la pinza manchada de sangre de la capitana alzada. Abrazó a la capitana mientras rezaba a sus adentros de que fuera rápido. 

De repente un dolor intenso brotó de su brazo derecho. La criatura estaba jugando con él, torturándolo. Dejo caer el fusil y cerró los ojos. Ya está, ahí se acababa todo.

Lo último que escuchó fueron unos disparos y los chillidos de agonía de aquellas criaturas.

Después la oscuridad devoró su mente.




sábado, 5 de noviembre de 2011

Capitulo I


Azufre y sangre. Es lo único que pudo sentir mientras se despertaba.
Algo le oprimía el pecho, le costaba respirar. Todo estaba oscuro. La boca le sabia a sangre y la cabeza le daba vueltas. No recordaba que día era, ni que año, ni que mes. Un ruido cerca suyo. Metálico. Intento mirar alrededor. Escuchó un susurro.
-Sweet...agh...joder...- reconoció la voz al instante. Un conjunto de imágenes borrosas invadieron su mente como un martillo. La explosión, la alarma, los gritos de pánico y la capitana. La capitana! Movió los escombros que tenia encima como pudo. Un rayo de luz se estampo en su cara revelando que seguían bajo suelo. Cuando se vio liberado al fin pudo comprobar de que no le faltaba ninguna pierna, tan solo algún rasguño. Se levantó a duras penas y examinó la habitación. Medio cuerpo de la capitana estaba debajo de una taquilla abollada. Aun respiraba gracias a dios. Sweet aparto la taquilla y movió con cuidado a la maltrecha capitana. Tenia heridas por todo el cuerpo.
- Capitana, me oye?- Ella gimió levemente de dolor. Abrió un ojo y miró a Sweet. En su magullada boca se dibujo una pequeña sonrisa.
- No eres tan inútil como pensaba, eh chico.- Con la ayuda de Sweet se incorporó en el suelo, apollandose en la basta pared de aquella sala.- Alguna salida posible?- Le costaba hablar. Sweet negó con la cabeza.- Joder...agh...- Las heridas les escocían. Sweet buscó entre los escombros y encontró una camisa rota. Intentó vendar como pudo algunas de las heridas mas graves.
- Que hacemos ahora capitana?
- Pensar. Pensar como cojones salimos de aquí sin que la radiación nos deje fritos.- Sweet miro horrorizado a la capitana.
-Rad-radiación?...- Tragó saliva.
- Que crees que a explotado, cabo? Te aseguro que una bengala no. Es cosa de los chinos, o quizás de Alemania. El medidor que hay en esta sala no se a estropeado, mira.- Señaló a la pared de enfrente, a una caja roja, como si fuera un termómetro.- Esta por la mitad, niveles medios. De momento estamos a salvo.
Estuvieron horas quitando escombros, siempre alerta del medidor. El cabo Sweet seguía sin entender porque habían atacado con bombas nucleares.
La puerta de la sala, la única puerta, estaba en buen estado, mas o menos. Con la ayuda del cabo la capitana pudo levantarse. Salieron de la sala, cautos.
- La explosión no a afectado a todas las zonas de la base. Deberíamos encontrar unos trajes anti-radiactivos, medicinas y armas. No nos podemos quedar aquí.- El cabo asintió. Pero lo que tenían ante sus ojos era espantoso. Todos los soldados estaban muertos. Aplastados por escombros o muertos instantáneamente por el golpe de radiación. Miembros esparcidos. Sangre y mas sangre. El cabo no pudo aguantar y vomitó. La capitana miraba a sus compañeros. Joder. Era lo único que pensaba. Todos aquellos soldados estaban de permiso porque se iban a sus casas por Noche Vieja. La capitana dio un puñetazo a la pared mas próxima, de rabia. Le dio un golpecito de animo a Sweet, este asintió, limpiándose la boca e intentando no mirar a sus compañeros muertos.
Llegaron a lo que quedaba de la infermeria y cogieron todo lo que podían acarrear, vendas, morfina,etc.
- Deberíamos intentar llegar al despacho del mariscal, quizás tenga documentos secretos o algo que nos diga porque a pasado esto.- Comentó la capitana. Sweet acabó de coger medicinas y siguió a la capitana.
Sortearon escombros y cadáveres hasta llegar a lo que quedaba del ascensor principal. Con la ayuda de un equipo de escalada que habían encontrado bajaron hasta el ultimo nivel del bunquer.
- No me gustan las alturas.- Susurro la capitana mientras se quitaba el arnés de escalda. Sweet escucho su comentario y sonrio. Al fin y al cabo la capitana era humana.
La puerta del despacho del mariscal era de un metal pulido. Estaba intacta, como si nada hubiera sucedido. La capitana saco una tarjeta de la mochila y la paso por el identificador. No sucedió nada. Volvió a intentarlo. Nada. Sweet y la capitana se miraron, cargaron las pistolas reglamentarias y apuntaron al panel. Dispararon hasta que el panel fue reducido a chatarra. La puerta emitió un chirrido y se empezó a abrir.
- No me gusta la tecnología.- Comento Sweet. La capitana se rió y entro en el despacho con una sonrisa en la boca. En seguida se le borro de la cara. Sweet entró y se quedo igual de pasmado que ella: el cuerpo sin vida del mariscal reposaba en la silla en medio de la habitación. Se había pegado un tiro.
La capitana avanzo hacia la mesa, manchada de sangre y examinó los papeles de encima. Sweet examinó al mariscal. Nunca lo había visto en persona, pero era tal y como se lo imaginaba: alto, mayor y con muchas cicatrices. Un hombre que había sido una leyenda estaba ahora en aquella silla, sin vida. Sweet miro a aquellos ojos grises que antaño habían visto tanta guerra.
La capitana cogió uno de los portafolio de encima de la mesa.
- Proyecto B.O.B...- Susurró, mientras hojeaba los documentos.- Esto es alta tecnología, pero no entiendo estas formulas.- Le dio el documento a Sweet.- Haber que puedes decirme de estas formulas.- Sweet revisó el documento.
- Son las formulas del oxigeno, dióxido de carbono y el agua. Hay datos sobre radiación y de como controlarla mediante...- Sweet se quedo callado un momento mientras sus ojos repasaban las ultimas lineas del documento.- Esto es... es imposible.
- Que pone?- La capitana se acercó a el.
- Según esto, hace un año de empezó a construir una maquina capaz de eliminar por completo cualquier signo de contaminación radioactiva. También era capaz de generan oxigeno en grandes cantidades para purificar una zona de 2 km de diámetro. Es, sencillamente increible al igual que imposible. Tendria que ser una tecnologia superior a la nuestra, ademas con esta maquina se podrían colonizar planetas en un par de semanas.
- Cual es el problema entonces?
- Se suspendió por bajos fondos y aparte alguien movió los hilos para que no se continuara el proyecto.
- Algún empresario que no querría perder dinero al fin y al cabo si esta maquina funcionase resolvería muchos problemas medioambientales y las empresas industriales se irían a la banca rota.
- No es solo eso.- Abrió el porta folios y saco un expediente. Se lo mostró a la capitana.- Este es el doctor Mikail. Licenciado en física y en nano tecnología. Fue suspendido del proyecto porque según esto, robo un artefacto muy peligroso que formaba parte del núcleo de la maquina, la Matriz. Este artefacto contenía una bacteria que había sido fusionada con partículas radioactivas, creando una especie de virus.
- Virus? genial.- Sweet siguió leyendo.
- Faltan documentos. Teóricamente tendría que haber un registro medico sobre los efectos de este virus.
- Quizás se los llevo el doctor.
- Imposible. El doctor hace 7 meses que murió. Causas no identificadas.
- Quizás el virus lo mato.
- El fue quien empezó las fusiones así que es muy probable que se le fueran de las manos.- Cerró el portafolios y lo metió en la mochila mientras revisaba otros.
- Algún otro dato importante?
- Hades. Es lo ultimo que pone. Puede que sea el nombre del virus.- La capitana miró el mapa táctico del mariscal. Había una equis marcada a pocos centímetros de la localización del bunquer. Las iniciales del proyecto B.O.B estaban resaltadas con sangre.
- Creo que deberíamos ir a esta localización. Coja el mapa cabo, nos vamos.- Sweet asintió. La capitana se apolló en el marco de la puerta con una mueca de dolor.
- Está bien capitana?.- Ella asintió.- Será mejor que descanse, se le podrían abrir las heridas.
- No importa Sweet, vayamos, empieza a oler mal.
Se colocaron los arneses y subieron por el conducto del ascensor. Con la ayuda de Sweet, consiguieron subir hasta el piso del hangar. Los pasillos aguantaban pero tenían que encontrar trajes anti-radioactivos cuanto antes. Recogieron la armas en buen estado de algunos de sus compañeros caídos y se pusieron los trajes anti-radiactivos de las cajas de seguridad de lo que hace unas horas habían sido los vestuarios. La capitana le reguló el medidor de Rad a Sweet sin mirarle a los ojos. Entonces le miró directamente, a través del plástico del casco.
 - Vamos a salir de aquí y investigaremos que coño a pasado y que es eso de Hades.- El cabo asintió sin decir palabra.
Llegaron al hangar donde solo hace un par de horas estaba lleno de movimiento y ruido. Ahora no era mas que un cementerio. Algunos coches y camiones estaban debajo de los escombros. Inutilizables. Sweet revisó los motores. Ninguno funcionaba.
- Si pudiera arreglar alguno iríamos mejor. Siempre va bien saber un poco de mecánica.
- No llevamos mucho peso así que no importa.- Le contestó la capitana mientras se dirigía al panel de control. La capitana abrió la caja de mando al lado del panel de la
compuerta principal del hangar, arrancó varios cables y unió otros. La puerto hizo un chirrido escandaloso y se empezó a abrir. Leves rayos de luz incidían en el destrozado hangar. La capitana y Sweet avanzaron lentamente hacia la salida. Cuando pisaron la árida tierra del campamento y una brisa caliente movió lo que quedaba de unos matojos, la capitana y el cabo no podían concebir lo que tenían delante de sus ojos: La ciudad K-12, una de las ultimas colonias construidas en aquel desierto, estaba sumida en un caos de devastación, metal roto y humo. estaba totalmente destrozada. solo algunas casas habían quedado en pie, o al menos una o dos paredes de estas. La onda expansiva de la explosión había sido catastrófica.
- Que hora es cabo?.- Preguntó la capitana rompiendo el silencio. Sweet miro el reloj del medidor Rad.
- Las...las 10 a.m capitana.
- Día?
- Uno, uno de enero.- El cabo miro extrañado a la capitana que empezó a avanzar.- Capitana?
- Avancemos cabo, es mejor así.- Sweet la siguió sin decir nada pero entonces ella se giró y lo miró. El sol se reflejaba en el plástico de su casco y no podía ver como lo estaba mirando la capitana.
- Sweet...
- Si, capitana?.- Ella se acercó, posó su mano enguantada sobre su hombro.
- Feliz año nuevo.